Àrea Metropolitana de Barcelona

La última zona boscosa del tejido urbano de Viladecans requería una intervención respetuosa, integradora y sensible al lugar. La preservación del carácter natural de este fragmento de la sierra de Miramar es la base de todo el proyecto, desde los primeros dibujos hasta la definición de las técnicas constructivas.

La actuación tenía que dar respuesta a las exigencias del nuevo parque urbano con claridad y sobriedad garantizando la conectividad y la permeabilidad entre los distintos ámbitos reconocidos en el proyecto: por un lado, la zona de los antiguos bancales de cultivo, soleada e idónea como lugar de estancia y área de juegos infantiles; por el otro, la zona boscosa con encinas, robles y pinos, fresca y sombría, y caracterizada por fuertes desniveles.

Los recorridos se integran en el bosque: preservan su carácter natural, se adaptan a la topografía y respetan al máximo la vegetación rica en especies tanto arbóreas como arbustivas. Un único material, el pórfido, se utiliza de forma distinta según el tipo de camino:

• los caminos longitudinales son recorridos con pendiente suave en su sentido, pero elevada en sentido transversal. Un bordillo de pórfido resuelve el confinamiento transversal y garantiza su horizontalidad. Las piezas, de 15x120 cm de longitud, dejan 3 cm de junta para facilitar el drenaje.
• los caminos escalonados son recorridos con pendiente longitudinal elevada; unas zonas de pórfido de 30x90/60 cm de longitud, definen el trazado y se empotran como escalones que estabilizan el terreno.

El pórfido utilizado para configurar los caminos se coloca con anclajes puntuales de acero inoxidable metidos en pequeños cilindros de hormigón. Las adaptaciones topográficas se ejecutan con la pizarra extraída en el saneamiento y estabilización de los taludes preexistentes. Los recorridos se completan con unas escaleras de hormigón prefabricado, con tramos de distintas orientaciones para minimizar el impacto y favorecer la integración en la zona boscosa. Las escaleras salvan el mayor desnivel del parque, el existente entre la plataforma de juegos infantiles y la esquina de las calles del Roure y del Salze.

Los límites del parque interactúan con el entorno de varias formas. Donde el parque se encuentra con las calles del tejido urbano se resuelve con muros de gaviones vegetales que consolidan los taludes y desmontes preexistentes. Los muros son de piedra pizarra y están construidos en taludes: se evitan los gaviones geométricos apilados que confieren cierta artificialidad. Las pendientes varían según el desnivel que hay que salvar con el objetivo de conseguir una percepción de continuidad entre el parque y la ciudad. El mallazo de confinado se prolonga para formar la barandilla y soportar la vegetación. En los extremos, el muro se hunde en el terreno hasta fundirse con la topografía. En lo que al trasfondo del bosque se refiere y para resolver el desnivel con el bancal de los juegos infantiles, un muro revestido de piedra pizarra seca aparece como un clásico muro de margen. Finalmente, en el límite del parque con la masía que le da el nombre, se construye un muro de hormigón, que sirve como soporte de una fuente.


Realización vídeo: El Pack